domingo, 27 de febrero de 2011

Sólo tres actores para una tragedia: reparto de papeles en Antígona, de Sófocles

La limitación en el número de actores "que hablan", o cantan, en una tragedia griega obligaba  al autor a estructurar de acuerdo con ello las entradas y salidas de los personajes. Aunque el origen de la tragedia es un tema muy discutido, la tradición atribuye a Tespis ser el primero, en el siglo VI a.C., que se desgajó del grupo de personas (coro) que entonaban ditirambos en honor de Dioniso, lo que permite ya el diálogo, y, por tanto, el teatro.
Esquilo introdujo el segundo actor y Sófocles el tercero, lo que permitía mayor juego escénico: los actores hablan entre sí y/o con el coro, por medio del corifeo, entablándose una conexión directa entre la escena (el lugar destinado a los actores)  y la orquesta (el lugar que ocupa el coro). En Antígona esperamos, pues, que se repartan todos los papeles "hablados" tres únicos actores, aunque pueda haber en escena otros personajes mudos. El cambio de máscara permite la inmediata transformación del actor en personaje.


En Antígona, así se reparten los papeles:
Actor primero (protagonista): Antígona, el adivino Tiresias, Hemón (el prometido de Antígona).
Actor segundo (deuteragonista): Creonte, Eurídice (esposa de Creonte).
Actor tercero (tritagonista): Ismene (hermana de Antígona), guardián.

La imagen que presentamos pertenece a una crátera de figuras rojas atribuida al Pintor de Dolón (fechada en torno a 380 a.C.): Antígona ante el rey Creonte, escena inspirada en Antígona de Sófocles (cf. vv.388 ss.). El rey, sentado en el trono y con los pies sobre un escabel, sujeta el cetro (símbolo de su autoridad) y va lujosamente tocado, vestido y calzado. Antígona, con la cabeza velada con el manto (himatio) muestra cierto pudor (A ti te hablo, la que inclinas la cabeza hacia el suelo... - verso 442- son las palabras con las que comienza el agón o enfrentamiento verbal entre Antígona y Creonte) aunque su mano abierta indica que no permanece muda; ante ella, un joven guardián (con túnica corta y reconocible por la lanza)  está explicando de forma vívida, a juzgar por su gesticulación, las circunstancias en las que se ha llevado a cabo la captura de la desobediente muchacha que ha intentado enterrar a Polinices, desobedeciendo la orden real. El segundo joven guardián observa, mudo y en reposo, la escena.

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