jueves, 2 de junio de 2011

Heroínas XII. Ifigenía: ¿qué hace una princesa como tú en un sitio como éste?

Ifigenía era, para la tragedia, la hija mayor de Agamenón y Clitemestra, y, por tanto, sobrina de Helena, cuyo rapto provocó, en la mitología, la Guerra de Troya.
Cuando los griegos, al mando de Agamenón se encontraban concentrados en el puerto de Áulide, dispuestos para la partida, les resultaba imposible hacerse a la mar debido a una calma persistente, cuya artífice era la diosa Ártemis, que estaba enfadada con Agamenón por cierta ofensa recibida o una promesa incumplida y exigía, como reparación, el sacrificio de Ifigenía. El rey, apremiado, según algunos, por Odiseo y Menelao (su propio hermano y esposo de la raptada Helena), hace venir con engaños desde Micenas a su esposa e hija, asegurándoles que quiere casar a la joven con Aquiles antes de partir hacia Troya. Ellas acuden sin el menor recelo, pero cuando descubre la verdadera razón de la llamada, Ifigenía, tras su natural miedo inicial y pese a que Aquiles esté dispuesto a convertirla en su esposa e impedir su sacrificio, se resigna a morir por la gloria de los griegos. Cuando, sobre el altar de Ártemis, da el sacerdote el golpe mortal, nadie se da cuenta -ni siquiera la horrorizada Clitemestra- de que la diosa ha sustituido en el último momento a la joven por una cierva. Los griegos parten a Troya y Clitemestra regresa, sin hija, a su hogar, llena de resentimiento contra su esposo (que la llevará a cobrarse la venganza diez años después, cuando Agamenón regrese desde Troya a Micenas acompañado de una concubina, la princesa troyana Casandra, y sea asesinado por ella y su amante, Egisto, primo del propio Agamenón).


El sacrificio de Ifigenía. Clitemestra se cubre, dolorida y horrorizada, el rostro.

Escena de Ifigenía entre los tauros. Orestes, sobre el altar; Ifigenía, a su derecha.
Ártemis se había llevado a Ifigenía a la lejana y poco hospitalaria tierra de los tauros (situada en la actual Crimea) y allí la joven se había visto convertida en sacerdotisa de la diosa, encargada de la penosa tarea de sacrificar a los extranjeros que llegaban a la región. Al cabo de muchos años de nostalgia de su casa y su familia, reconoce en dos recién llegados a su hermano Orestes y a Pílades, amigo y primo hermano suyo, que habían ido en busca de la estatua de Ártemis por orden del oráculo de Delfos, con los cuales huye y regresa a Grecia. Eurípides es autor de una rocambolesca versión (que merece la pena leer) de la huída de los hermanos en su Ifigenía entre los tauros, con malo malísimo incluido, el rey Toante. El destino de Ifigenía será servir a Ártemis cerca de Atenas.

Ifigenia (A. Feuerbach, 1871)

Sobre qué fue de Ifigenía después, existen variantes: una afirma que murió en Mégara, donde tenía un santuario; otras, que recibió de Ártemis la inmortalidad; otra que se casó con Aquiles en una isla en la desembocadura del Danubio (la Isla Blanca), donde le había llevado su madre, Tetis, una vez muerto. Se decía que los marinos oían, al pasar por aquellos lugares, de día ruido de armas y de noche canciones y entrechocar las copas en un banquete. Por cierto que otras fuentes atribuían a Aquiles como esposa, tras su muerte, a Medea, Helena y Polixena (sacrificada en memoria del héroe sobre su tumba, a petición de su sombra). Dos mujeres de “rompe y rasga” (Medea y Helena), una heroica, pero astuta cuando hay que serlo (Ifigenía), y una jovencita que había despertado su amor (Polixena, la hermana más joven de Paris y Casandra).







En Braurón, cerca de Atenas, existía un santuario de Ártemis y un heróon de Ifigenia. Una leyenda local que aseguraba que fue allí (y no en Áulide) donde tuvo lugar el sacrificio de la joven, que fue sustituida por una osa (no por una cierva).  También había un recinto dedicado a Ártemis Brauronia en la Acrópolis de Atenas.
Templo de Ártemis en Braurón (Ática)


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