jueves, 10 de noviembre de 2016

La Atlántida: ¿mito o realidad?

         El filósofo Platón nos da noticias de una tierra rica y poderosa desaparecida a causa de la soberbia de sus habitantes en dos de sus diálogos (Timeo y Critias).  La fuente es, según afirma Critias,  Solón (uno de los Siete Sabios de Grecia) al que, cuando estuvo en Egipto, un sacerdote de Sais habló de la guerra que mantuvieron en tiempos antiguos (nueve mil años antes de Solón) los atenienses contra los atlantes, dueños de una isla frente a las Columnas de Hércules, riquísima por su flora, su fauna y la abundancia de metales preciosos.
          Atenea había conseguido vencer a Posidón en su disputa por el Ática. El dios obtuvo, por su parte, la Atlántida, donde vivía Clito, una joven de la que se enamoró y con la que tuvo cinco parejas de gemelos que se repartieron luego la isla, bajo el mando supremo de Atlante, el hijo mayor que dio nombre a aquel lugar, y construyeron lujosas ciudades con puentes, canales y subterráneos. 
          Sin embargo, en cierto momento los atlantes quisieron dominar el mundo, y los atenienses les derrotaron. Luego, la isla y sus altivos habitantes desaparecieron bajo el mar a causa de un cataclismo.
               Según esta versión, la Atlántida, el "continente perdido", se encontraría no muy lejos del Estrecho de Gibraltar,en el Océano Atlántico, pero existe otra (la de Diodoro de Sicilia) que la sitúa cerca de Libia. Encontrar la Atlántida supondría encontrar tesoros incalculables.

Santorini- Imagen: NASA
              La isla que ahora se llama Santorini (nombre que proviene de Santa Irene, pero antes fue Θήρα, Tera) sufrió una tremenda explosión volcánica en torno al año 1600 a.C., perdiendo buena parte de su territorio y adoptando su actual forma de caldera. Cuando el arqueólogo Spyridon Marinatos encontró en la isla el yacimiento de Acrotiri, una pequeña ciudad minoica sepultada en el II milenio a.C. por cenizas volcánicas y piedra pómez, se popularizó la idea de que la Atlántida había sido hallada al fin.














Imagen: Rosa Mariño (CC BY NC ND)

             



Muchas bellas pinturas y cerámicas han sido encontradas en Acrotiri, y notables objetos de oro, y la ciudad tenía edificios de varias plantas y una curiosa plaza triangular, pero sus habitantes no debían de vivir entre tan grandes lujos como querrían los buscadores de tesoros profesionales.


Lotos (Tera)- Imagen: Rosa Mariño (CC BY NC ND)



















Acrotiri- Imagen: Rosa Mariño (CC BY NC ND)
 


       En realidad, importa poco que Tera no sea la mítica Atlántida. 

Santorini (Tera)- Imagen: Rosa Mariño (CC BY NC ND)


Desde lo alto de la caldera se disfruta, en días despejados, de vistas inmejorables (como bien saben las compañías de cruceros y los turistas que suben en teleférico desde el borde del mar) y de una puesta de sol difícil de olvidar.

Imerovigli (Santorini)- Imagen: Rosa Mariño (CC BY NC ND)


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 Platón, Critias 108e-109 a: πάντων δὴ πρῶτον μνησθῶμεν ὅτι τὸ κεφάλαιον ἦν ἐνακισχίλια ἔτη, ἀφ᾽ οὗ γεγονὼς ἐμηνύθη πόλεμος τοῖς θ᾽ ὑπὲρ Ἡρακλείας στήλας ἔξω κατοικοῦσιν καὶ τοῖς ἐντὸς πᾶσιν: ὃν δεῖ νῦν διαπεραίνειν. τῶν μὲν οὖν ἥδε ἡ πόλις ἄρξασα καὶ πάντα τὸν πόλεμον διαπολεμήσασα ἐλέγετο, τῶν δ᾽ οἱ τῆς Ἀτλαντίδος νήσου βασιλῆς, ἣν δὴ Λιβύης καὶ Ἀσίας μείζω νῆσον οὖσαν ἔφαμεν εἶναί ποτε, νῦν δὲ ὑπὸ σεισμῶν δῦσαν ἄπορον πηλὸν τοῖς ἐνθένδε ἐκπλέουσιν ἐπὶ τὸ πᾶν πέλαγος, ὥστε μηκέτι πορεύεσθαι, κωλυτὴν παρασχεῖν.

martes, 8 de noviembre de 2016

Breve guía para no perderse en el Olimpo (los dioses griegos)

      A veces es muy fácil distinguir a los dioses porque van acompañados de su equipación completa, tal como sucede con la imagen de al lado: Apolo con su lira y Ártemis con su arco y un ciervo. Pero en cuanto vemos una diosa velada sin más aditamentos nos entran las dudas: ¿será Hera? ¿o Hestia? ¿quizá la joven Perséfone? 
          
       Tampoco es muy complicado acordarse a veces de las relaciones de parentesco entre unos y otros pobladores del Olimpo (y no marginemos a Hades aunque su reino esté en las profundidades), porque Ártemis y Apolo son igualitos, y su padre es el habitual para los dioses más jóvenes, el tonante Zeus, pero ¿quién es la madre? Y ya no digamos si se trata de recordar el nombre del bisabuelo o de las tías abuelas de la célebre pareja de gemelos. O incluso de decir cómo los llamaban en Roma.

       Con el ánimo de evitar que te pierdas demasiado en los vericuetos familiares de los dioses y que les pongas cara (ropa no hace falta, porque en Grecia el desnudo heroico -idéntico al de los dioses- era habitual para los varones, y a partir de cierto momento también para Afrodita, aunque intente taparse un poco por aquí o por allá), he preparado esta breve presentación:


    Así me congracio con ellos.  Un saludo, queridos dioses, que yo me acordaré también de otro canto y de vosotros.

viernes, 30 de septiembre de 2016

Casa propia, la mejor casa

         Otra vez me sucede lo mismo: quiero saludarla y preguntarme qué hace ahí, tan sola (y no porque falten visitantes en el siempre admirable Museo Británico). Pero en esta ocasión no es posible acceder a la sala en que se conserva la Cariátide del Erecteion que llegó a la Gran Bretaña junto con otras numerosísimas obras de arte, arrancadas muchas de ellas sin más miramientos del Partenón,  entre 1801 y 1805 por obra de los apaños de Thomas Bruce, Lord Elgin, embajador británico ante la Sublime Puerta, residente en la Atenas ocupada por los otomanos. Su intención original era, al parecer, decorar con ellas su vida (perdón, su finca), aunque luego, escaso de dinero, acabara vendiéndolas al gobierno británico en 1816. Me dice una vigilante del Museo que hay problemas con humedades en el techo y solo alcanzo a vislumbrarla desde un costado del Monumento de las Nereidas (otro notable huésped permanente del Británico, al que llegó años más tarde, después de que anduviera por la lejana Licia el arqueólogo Charles Fellows), así que mi saludo se queda en nada. 

Museo Británico- septiembre de 2016














  



Mientras tanto, las otras cinco Cariátides, sus hermanas, dejan que los visitantes las rodeen en el ya no tan nuevo Museo de la Acrópolis, deslumbrándolos cuatro de ellas con los elaborados recogidos de sus cabellos.










            Pienso también en el Dioniso del frontón oriental del Partenón, tan cómodamente recostado en el Museo Británico y, este sí, a buen resguardo de la lluvia,



 mientras ante su copia en el vestíbulo del metro Akrópolis en Atenas todos nos hemos hecho una foto :


O ante el propio Partenón, donde ocupa su privilegiada esquina:



       Enfrente de la Acrópolis está el Museo que ha reservado metros y metros de espacio para acoger en algún momento los relieves del friso de la procesión de las Panateneas y las metopas que se encuentran a miles de kilómetros de su ubicación originaria.

Museo de la Acrópolis, frente a la Acrópolis


             Casa propia, la mejor casa -dijo el caracol, muy acertadamente.Y cuando la casa está lista para recibir a los hijos que por razones políticas y económicas fueron trasladados de domicilio (y sobre los mármoles del Partenón residentes en Londres puede verse la imagen de abajo), ya no hay excusas que valgan.



       Muchos británicos, e incluso algunos parlamentarios, son partidarios de la devolución.  Entrar en un litigio en esta larga crisis económica en que se encuentra sumida Grecia es insostenible.

        Que vuelvan ya. Entretanto, está previsto que algunas piezas viajen del Museo Británico a Caixaforum Madrid para una exposición que dará comienzo el 12 de julio de 2017.      

     Si quieres leer más sobre el tema, entra aquí.   Y para conocer la agitada vida del Partenón después de dejar ser templo de Atenea, echa un vistazo a lo que sigue.


martes, 14 de junio de 2016

120 años de Juegos Olímpicos Modernos


Los Juegos Olímpicos se instauraron en el santuario que les dio el nombre, Olimpia, en el año 776 a.C. y se continuaron celebrando cada cuatro años hasta al menos finales del siglo IV d.C. En época moderna, Pierre de Coubertin, propuso su restauración en el Congreso de París del 23 de junio de 1894. Dos años más tarde, en 1896, se celebrarían los primeros Juegos de la edad moderna, en Atenas. Este verano se celebrarán en Río de Janeiro, Brasil , los Juegos de la XXXI Olimpíada.





Pierre de Coubertin
Nacido en París el 1 de enero de 1863 en el seno una familia acomodada y noble,  Pierre Fredy, barón de Coubertin, dedicó su vida y su dinero a poner en marcha el movimiento olímpico moderno. Coubertin creó la bandera olímpica en 1913, con fondo blanco y cinco anillos entrelazados (tres arriba y dos abajo) con los colores azul, amarillo, verde, rojo y negro que representan los cinco continentes del mundo unidos por el olimpismo. Además, estos cinco colores y el blanco del fondo incluyen todos los colores de todas las banderas del mundo. La primera vez que ondeó la bandera olímpica fue en los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920.


El lema olímpico oficial aprobado en el Congreso fundacional del Comité Olímpico Internacional en 1894 es citius, altius, fortius, que quiere decir más rápido, más alto, más fuerte, simbolizando la meta del olimpismo. Quien inventó la frase fue un dominico francés (Henri Didon) en 1891. Por su parte, lo importante no es vencer sino participar  fue un lema ideado en 1908 por Monseñor Talbot, arzobispo de Pensilvania. El atleta debe luchar noblemente hasta el final por conseguir el triunfo, pero si no lo logra, gana igualmente, pues lo esencial no es haber vencido, sino haber competido bien.


El Olimpismo es una filosofía de vida que utiliza el deporte como correa de transmisión de sus principios:

- la mejora de la raza humana, para formar ciudadanos íntegros, equilibrados y justos;

- la paz entre los pueblos (la tregua olímpica cuenta con el apoyo de la ONU desde 1993);

- no se permite ningún tipo de discriminación por motivo de raza, lengua, religión, etc., excluyéndose a los países que segregan por cualquier razón, como ocurrió con Sudáfrica entre 1970 y 1992 (época del Apartheid);

- se promueve y difunde  la cultura en la llamada Olimpíada Cultural, con actividades que se realizan a lo largo de los cuatro años que dura la olimpíada;

- se defiende el medio ambiente, y las ciudades candidatas a albergar unos juegos deben presentar un programa que lo respete.
 
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Para saber más: 
Conrado Durántez, Olimpismo y deporte. Valores y símbolos, Comité Olímpico Español, Madrid 2008.
Conrado Durántez, Historia y Filosofía del Olimpismo, Comité Olímpico Español, Publicaciones Academia Olímpica Española, Madrid 2010 (sexta edición).